sábado, 29 de agosto de 2015

30 de agosto de 2015

 Sabed que el Señor es Dios: que El nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. 

Por eso,  Pueblo del Señor, rebaño que el guía, venid, adorémosle. Aleluya.

Y por ello,  hemos de ser Misioneros de la alegría, de la esperanza y del amor, mensajeros del Evangelio, PORQUE somos testigos del Señor. 

Para ello, es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, 
mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. 

En El asentados, podemos decir: Bendito el que viene en nombre del Señor.

Para poder cumplir con todo, ¿qué mejor que pedirle a Dios nuestro Señor, que haga en nosotros lo que ya nos dijo?:

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

Y una súplica más:

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves.

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